-¿No es una jugada excesivamente mercantilista sacar una caja de singles a precio abusivo y sin ofrecer ningún extra para vuestros seguidores?-La gente no entiende nada... ¿Sabes lo que nos costó resucitar a Lester Bangs para que escribiera la introducción? ¿Y lo que se llevó ese cabrón de Kylldare?... Un pastón: nos dejamos hasta la camisa...-Pero ¿porqué en ese formato?-Porque el disco [el álbum original] era un cutrerío. La discográfica envío a tomar por culo todo el proyecto, el concepto... Se lo debíamos a la gente... Lo hicimos por amor, tío; por amor a la gente.-¿A ese precio?-Ya no quiero hablar más de este tema. Siguiente pregunta.[...]-¿Hergé dices? No sé quién es ese tipo.
“El Josemariaznar del disco es un personaje gestáltico, la suma de las personalidades de los muchachos, y también un símbolo del perfecto ciudadano medio y mediocre de la postdemocracia moderna en su rol de animal político. Alguien de buena familia cristiana: casto, laborioso y justiciero, capaz de codearse con los poderosos sin perder ni la dignidad ni el decoro. Claro está que los peores monstruos de codicia, soberbia y estupidez han escogido siempre esa máscara santurrona para disimular sus crímenes. Ahí residía la gracia. Que se pareciera al muñequito del belga ese de los tebeos es, por supuesto, una casualidad”.(...)"El apropiacionismo es una práctica artística establecida que forma parte de mi arsenal de recursos como creador".
“Josemariaznar sobrevivirán al ‘blitz’ de los medios y al ansia de todo el mundo por unas nuevas superestrellas, porque son artistas de una catadura que está pasada de moda hoy en día; “En El Tíbet” se te echa encima con cruda urgencia, pero su planteamiento es muy metódico. Hubieran podido publicarlo hace mucho tiempo, pero trabajaron con constancia, pagando sus deudas y elaborando una música que se ajustara al alcance de su poética, de tal modo que, cuando finalmente publicaron el disco, fue para cumplir con todas y cada una de sus promesas.”
Aunque los miembros del grupo nunca estuvieron del todo satisfechos con el packaging impuesto entre la discográfica y el doctor Kylldare, no podemos menos que asombrarnos ante la densidad conceptual de "En El Tíbet" y su pasmosa plasmación gráfica.
1. Portada original.
2. Contraportadas (definitiva y preliminar).
3. Encarte interior (versión desplegable)
4. Encarte interior (versión cuadernillo)
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"Desde los dos golpes en la caja que abren “Josemariaznar En El Tíbet” hasta el último murmullo del larguísimo fundido orquestal que cierra “Anábasis”, no existe otra banda sonora imaginable para el verano de 2003 -el “Verano Del Amor”- que el único y magnífico elepé de Josemariaznar.
Bien es cierto que, en su momento, y como sucedió con “The Velvet Underground & Nico”, “Forever Changes” u otros discos imprescindibles de la historia del rock, no recibió la atención que merecía, quizá eclipsado por el monstruoso éxito de “Baila El Chinchinato!”, el sencillo que precedió a la publicación del álbum, pero su influjo en la música y en la cultura popular se acrecienta de año en año, testimoniando su carácter de manifiesto y artefacto fundacional de la nueva sensibilidad contemporánea.
Arte, Política y Mesianismo. Sangre, Sudor y Semen. Fe, Esperanza y Castidad... “En El Tíbet” es todo eso y más. Es una encrucijada, un sistema ternario que manteniendo un equilibrio preciso, precioso y precario entre sus partes las trasciende y las amplifica. La música, el diseño de producción y la peripecia vital de “Josemariaznar En El Tíbet” se han liberado de las cadenas del presente y residen en ese lugar más allá -y también más acá- que preña de sentido el devenir del mundo. Pero esa es otra historia..."
